Es tu piel del color del caramelo, que satura a la luna y, con anhelo de poderla besar y de frisar, la contemplo en mi sueño y mi desvelo, cual si fuera de un ángel que, en el cielo de mi mente relumbra sin cesar.
¡Quién soplara cual brisa que, de amores, se aposenta en tu piel con alegría, para darte el aroma de las floresa la luz de la noche que, en fulgores se derrama, al mirarla cada día!
El sabor de tu piel: ¡tan dulcinante!, que me embriaga y rebulle la pasión, lo ambiciono, por ser tan fascinante, que, al sentirlo en mis labios... ¡siento a Dios!
Esa suave frescura de veranola de gusto en mis horas de placer, como un niño, al que llevan de la mano a la fuente de vida de tu ser!.
Eliot Grau...
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