En tu melena, de la noche habita,
temblaba una opulenta margarita
como un astro fragante entre la sombra;
de pronto, con tristeza, doblaste la cabeza
y rodó la alta flor sobre la alfombra.
Sin verla, diste un paso,
y la flor destrozaste blandamente
con tu escarpín de refulgente raso.
Yo, que aquello miraba, de repente
con angustia infinita, al ver que
la tortura deliciosa,
se alargaba de aquella flor hermosa,
con voz que estrangulaba, mi garganta,
dije a la flor ya exánime y marchita:
temblaba una opulenta margarita
como un astro fragante entre la sombra;
de pronto, con tristeza, doblaste la cabeza
y rodó la alta flor sobre la alfombra.
Sin verla, diste un paso,
y la flor destrozaste blandamente
con tu escarpín de refulgente raso.
Yo, que aquello miraba, de repente
con angustia infinita, al ver que
la tortura deliciosa,
se alargaba de aquella flor hermosa,
con voz que estrangulaba, mi garganta,
dije a la flor ya exánime y marchita:
¡Quién fueras tú! "dichosa margarita",
¡para morir así..... bajo su planta!
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